No suele ocurrir pero esta vez la jornada ha sido redonda para Sevilla y Betis. Pueden sonreír. Hombre, la alegría del Betis debe ser comedida, pues está en Segunda. Cada minuto que pasa en esta categoría abrasa. Esta perspectiva real como la vida misma debe actuar como motor para subir y no bajar más. Pero ahora la situación es la que es, se está donde se está por éste, por el otro y por el de más allá. Mal que bien, el Betis gana y los demás pinchan. El mañana debe ser mejor. He aquí mi explicación sobre la prudente sonrisa en verdiblanco.
Sí hay motivos para que la del Sevilla sea a mandíbula batiente. Va como un tiro, la verdad. Llega al tramo clave de la competición en el mejor momento. Algo pasó aquella noche del Borussia de Mönchengladbach (recuerden, la del cambio de Diogo por Reyes) para que estemos ante el Emery más clarividente que se recuerda. El equipo juega bien de muchas formas. Manda Banega y el balón corre con peligro. Si el rival presiona, allá que va Pareja con un gran pase en largo. Ya la bajará Iborra. Y luego tiene lo que todos sabemos: gol y una resistencia formidable a la derrota. El Sevilla de los nuevos tiempos, en definitiva.
A ello debe tender el Betis, a formar un club en condiciones de una vez por todas. No sé si se está en ello. Ya lo veremos, Macià mediante. Lo primero es salir en cuanto se pueda de las tinieblas. No creo que haya que esperar buen juego a estas alturas. Es realmente difícil mandar en los partidos con esta defensa y este centro del campo. Cualquiera, hasta en Segunda, lo puede dominar. Pero a cambio cuenta con otras cosas: un buen entrenador, los mejores delanteros, un portero que cumple, un chaval que contagia y el Villamarín. Con todo esto, por ahora, da.