En vías de desliarse el nudo gordiano de la temporada bética, el ascenso, Juan Carlos Ollero prepara el futuro en Primera con la inminente contratación de un director deportivo competente; o incluso un director deportivo a secas. Si Eduardo Maciá (que firmará un contrato cuatrienal en lo que supone un ejercicio de osadía por parte de la dirigencia, a mi modesto entender) vio el Betis-Osasuna, o los partidos de las dos jornadas anteriores, convendrá con este periodista que la confección de una plantilla medianamente competitiva exige incorporar a no menos de dos decenas de futbolistas… y de los cuatro o cinco futbolistas salvables que Pepe Mel tiene hoy a sus órdenes, con muchísima suerte llegarán a dos los potencialmente titulares en Primera: Dani Ceballos casi seguro -de ahí que su renovación sí sea prioritaria, al contrario que la ya consumada de Rennella- y Rubén Castro a condición de que sus problemas personales no lo inhabiliten y de que beba un sorbito del elixir de la eterna juventud. El resto, es carne de 25 puntos.
Pero Maciá y Mel deben actuar con presteza. Bueno, antes de eso deben congeniar, lo que no es fácil cuando el brillante -en el Betis- entrenador madrileño anda por medio. En cuanto establezcan un protocolo razonable de trabajo, ése que dicta que el director deportivo ficha y el entrenador alinea, tendrán que ponerse como locos a firmar futbolistas, y a firmarlos bien. Una de las iniciativas más loables de la LFP ha sido el establecimiento de un techo de gasto en fichajes y contratos, baremados los clubes según su salud económica, en evitación de esos concursos de acreedores que hace unos años cayeron en cascada: veintitantos entre Primera y Segunda. De ahí la necesidad del Betis de ir construyendo una plantilla desde ya, antes de que las prisas traigan la inflación de cada mes de agosto. Se dice en La Coruña que está atado Juan Domínguez: he aquí un ejemplo de cómo ha de trabajarse. Porque como se empiece con el nefasto éste-nos-puede-valer y el devastador se-queda-porque-no-hay-dinero-para-echarlo, la fiesta de junio se tornará en funeral antes de Navidad.