ISAACESCALERA
Mirando al tendido

Se marcha un figurón

06/04/2015 · Isaac Escalera

Un brindis de Espartaco a Curro Romero. Ahí empezó y acabó todo. Dos figurones. El camero retirado desde hace varios lustros y el espartinero a escasos minutos de cortarse la coleta. Simplemente, en una palabra, Sevilla. Cuántas tardes de gloria le han dado los dos a los aficionados (cuando los había). Una mezcla de melancolía y tristeza, por lo que se ha ido y por lo que hay. A su primero lo recibió con el capote con ganas. Primorosa una verónica por el lado derecho y una media por el mismo pitón. Tras el brindis, el torero de Espartinas se entretuvo en pegarle varios muletazos de cartel a 'Palmero', de Juan Pedro Domecq, un toro noble, ideal para el maestro. Sin embargo, ningún astado terminó de romper. En este segundo de la tarde, derechazos largos. Cadencia y temple. Las palmas echaban humo. No sé si tenía 18,30 o 52 años. Qué más da. Espartaco estaba toreando. Y toreaba con personalidad. Ésa que no se ve hoy en día. Los naturales, ligados y con mucha profundidad. La plaza se transformó en un manicomio cuando al final de una tanda con la izquierda y sin enmendarse, ligó el pase de pecho barriendo el lomo del toro. Naturales largos, con ritmo. Pinchazo y estocada hasta la bola. Oreja. En el cuarto, a un toro incierto, desrazado y sin clase, le arrancó los pases. 'Cacareo' no tuvo nada. Todo lo hizo el matador en la segunda raya del tendido 8. El morlaco salía descoordinado del muletazo, soso de comportamiento y con la cara alta. Lo tenía todo para que Espartaco se fuera a por la espada. Pero nada más lejos de la realidad. Insistió hasta que el toro pasó por la muleta de Espartaco varias veces, por cojones. Pasaba por las buenas o por las malas. Y pasó, de aquella manera, pero pasó. Metió la mano con habilidad y segunda oreja. Disfrutó cada segundo de la vuelta al ruedo. Era el más feliz del mundo. Y tras pasaportar Borja Jiménez al sexto, su hijo y su padre le cortaron la coleta. Un 5 de abril de 2015. Y, en ese preciso instante, fue cogido en hombros por sus compañeros, por matadores de toros, por novilleros, por chavales que quieren ser toreros, por aficionados. Nadie quería perderse los últimos momentos de Espartaco vestido de luces. Lo sacaron por la Puerta del Príncipe y hasta el hotel Colón en volandas. Qué bonito es el toreo y cuántos cabrones quieren quitarlo.

Tomó la alternativa Borja Jiménez, que estuvo muy bien con sus dos toros. El primero, una mole de carne, que parecía una vieja con un andador. Sin fuerza. El sexto, astifino, con muchas teclas que tocar, lo paró por lances con las manos muy bajas. Impertérrito en el doble pase cambiado; el segundo, ceñidísimo. No se puede estar mejor con menos material. No se inmutó ante dos parones del toro en sus muslos. Los pases de pecho fueron extraordinarios. Cortó una oreja.

A Manzanares le tocó en suerte un toro muy potable, hasta que se rajó, de nombre 'Mentiroso'. Al igual que poca verdad tuvieron muchos de los muletazos del alicantino. Salvo un natural, el tercero de su primera tanda con la izquierda. Curiosamente, no tenía escondida la pierna, no exageró y lo llevó más largo que los demás. Curioso. Por lo demás, un trasteo muy artificial, que en Sevilla jalean, en muchas ocasiones, y en Madrid no aguantan.

Por cierto, ni Manzanares ni Borja Jiménez brindaron un toro a Espartaco. Feo detalle. Fue el día de Espartaco. Se despide el temple personificado. Se va un trozo de la Sevilla taurina. Se marcha un figurón del toreo.

 

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