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Lorenzo Serra Ferrer ha sido uno de los mejores entrenadores de la historia del Betis. El ascenso de 1994, el tercer puesto en 1995, la final de Copa de 1997 (fichando por el Barcelona antes de su disputa contra el conjunto catalán), el cuarto puesto liguero de esa temporada, la Copa de 2005 y la clasificación para la Liga de Campeones suponen un aval incuestionable en su carrera en verdiblanco. Logros que alcanzó, por cierto, con Manuel Ruiz de Lopera en la presidencia. Retirado en teoría del día a día del Betis desde 2006, su carrera posterior en el banquillo y en la gestión del Mallorca siembra numerosas dudas. Serra se ha visto involucrado en algunos asuntos judiciales por su labor en el Mallorca, al mismo tiempo que ha provocado una de las crisis más importantes de la historia de la entidad balear, a punto de descender la pasada temporada a Segunda División B. Ahora, quienes proponen su regreso al Betis, se aferran al mito más que a la realidad. Porque Serra, por ejemplo, fue parte importante en la llegada al club de ese bodrio de entrenador llamado Julio Velázquez. Porque Serra, y no debe olvidarse, trabajó en la planificación de una plantilla que hasta el momento ha sido incapaz de competir para estar en puestos de ascenso directo a Primera.
Si el Betis, por ejemplo, no contrata a Pepe Mel porque pide demasiados poderes, no se entiende que a Serra, en el banquillo, se le expida un cheque en blanco. La obsesión con Serra puede resultar nociva porque no permite ver más allá de un pasado estupendo, pero pasado al fin y al cabo. Resulta incomprensible, también, que el Betis se mueva entre Serra y Mel sin posibilidad de abrir nuevos horizontes para su dirección técnica. Tampoco resulta demasiado bonito que un señor que tenga el 30% de las acciones de un club se pueda sentar en el banquillo de otro de su misma categoría. Puestos a invertir, por ejemplo, Serra escogió al club balear y no al propio Betis. Ahora, con el club judicializado, abiertas las trincheras mediáticas y sociales, resuena con fuerza la opción de Serra. La adoración del mito parece triunfar. Por el bien del Betis, que la elección, de una vez por todas, conduzca al regreso a Primera y el establecimiento de unas estructuras serias en la entidad. Si llega Serra, el Betis no será ya lo que quiera su presidente, sino lo que quiera él. ¿Verdad Lorenzo?
