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Sinceramente, me importa un bledo que el tal Estepa haya discutido con no sé quién en una reunión donde consejeros sin acciones se pelean como en la barra de un bar porque ellos, hasta hace dos días en la propia barra del bar, no tenían muy claro quién debía ser el entrenador del Betis. Sí me parece surrealista que la elección de un técnico dependa del estado de ánimo de unos señores que lo mismo venden corcho que destilan licores en sus alambiques. Sé que el fútbol es una mentira, pero habrá que seguir un orden y confiar en el criterio de los profesionales de la entidad para la elección del señor que se sienta en el banquillo. A eso se puede añadir, sin duda, la figura de un presidente que sepa algo de fútbol. Por eso, no entiendo qué hace Estepa negociando con entrenadores ni que su elección dependa de una votación a mano alzada en un consejo de simples aficionados. Me consta que Juan Carlos Ollero no quería a Mel como entrenador, algo que ya me hace sospechar de un presidente que quiere mandar cuando lo que se requiere es templanza, prudencia y serenidad. No sé a quién se le encendió la luz, pero bienvenido sea Mel al banquillo del Betis. Entiendo que es la mejor solución posible a los males del equipo bético y sostengo, con todos los riesgos del mundo, que tanto él como su grupo de trabajo llevarán al Betis a Primera División. Insana la obsesión con Serra Ferrer y más agradable la posibilidad de Fernando Vázquez, ningún técnico garantiza el conocimiento de la plantilla y del entorno del club como Mel. Pepe, sin duda, habrá aprendido de los errores que también cometió cuando colisionó con los que mandaban en el Betis, que acabaron despeñándolo por el desfiladero de la Segunda División por una absurda cuestión de celos. Ellos, además, que mandaban por mandato de una juez y no por la legitimidad de la posesión de unas acciones.
Con Mel, al mismo tiempo, llega una paz social bendita en esta entidad tan convulsa. Su figura como paraguas ante los problemas y dudas que aparecerán acabará siendo beneficiosa para los que dirigen al Betis. Espero que entiendan su papel como gestores de un club judicializado y comprendan que los éxitos de Mel, en definitiva, serán los suyos y los de la propia entidad. Aprender eso es básico, tanto como colocarse tapones en los oídos ante los comentarios de los que solo saben malmeter.
